Ese magnífico viaje...

Vengo a hablaros de Tánger, o más bien de ese magnífico viaje que hicimos que nos enriqueció el alma y nos aportó una experiencia inolvidable.

Quizás por esos olores, sabores, lugares... todos llenos de cultura y que suponía algo nuevo para nosotros, algo que nos nutría de vida y nos daba ganas de más...

Esos tés, esa comida, esa gente que no paraba de hablarte, como si te conocieran de toda la vida, esa simpatía que desplegaban y el hecho de que las calles siempre estaban llenas de gente relacionándose... Para mí eso no tiene precio.

Los baños que visitamos, todos descuidados, donde pudimos disfrutar de una experiencia única y donde además pudimos demostrar un poco de nuestro arte, cuando nos arrancamos a cantar, bailar y dar palmas que a ellos también parecía enriquecerles debido al entusiasmo que nos mostraron y el hecho de que cerraran las puertas del recinto para escucharnos y vernos... Una delicia.

Querría decir que ha sido una, si no la más, de las expereciencias más inolvidables y gratas de mi vida, ha sido algo único que siempre tendré en la mente y algo que me ha abierto los ojos al resto de culturas y lugares, que siempre había querido conocer pero no había tenido la oportunidad.

No me gustaría concluir esta entrada sin acordarme de mis compañeros, los cuales han hecho posibles unos momentos inolvidables y divertidos y sin los cuales el viaje no habría sido lo mismo, y como no, acordarme de Pablo, que ha sido el artífice de que se llevara a cabo este viaje, y al cual le agradezco enormemente su trabajo para hacer posible esto, y Javi, el cual ha ayudado a Pablo en lo que ha podido y entre ambos se han encargado de todos los trámites, gracias.

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